Dice Peter Thiel que «las grandes ideas están ya agotadas». La socialización, la interacción propia de las organizaciones exige gran esfuerzo y mucha energía. Pero tanto el esfuerzo como la energía son limitados. Por eso, hay que aferrarnos a las pequeñas soluciones como el agradecimiento. La gratitud —escribió Cicerón— tal vez no sea la virtud más importante, pero de lo que no hay duda es de que, el agradecimiento, es la madre de todas las demás virtudes».
Hay que utilizar el agradecimiento como motivación, como herramienta, como escudo. Ser sabedores que hay que vivir con multitud de tristezas, incertidumbres, riesgos y carencias, de que la mayoría de seres humanos, «falseamos la verdad, para representar ser mejores» (Esquilo).
Porque todos somos vulnerables e imperfectos. Así, una mirada, una palabra, un gesto, un detalle… un «gracias» pueden ser tanto… Por ello, es bastante recomendable en estos tiempos de complejidad y crispación ser conscientes de la suerte que tenemos, y que muchas veces, no sabemos reconocer.
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